Afectuoso, grande y noble, el Dogo alemán (o Gran Danés) es fuerte y paciente.
La cabeza es larga y estrecha, de gruesos belfos y morro cuadrado.
Cuello largo y abombado, que le confiere un aspecto distinguido.
Los ojos redondos son de color avellana y las orejas son colgantes cuando no están cortadas.
Bien proporcionado: pecho ancho, lomo poderoso y patas largas y fuertes acabadas en pies de gato.
Cola que se afina en la punta.
Pelaje: corto, denso y apretado.
Color: marrón cervato, azul, negro o arlequín.
La educación del Dogo ha de ser firme sobre todo al principio: deben aprender a obedecer órdenes verbales y a no ser miedosos o agresivos.
No precisa mucho ejercicio, pero sí espacio en el que mantener su forma y musculatura.
La alimentación es costosa, pero el aseo que necesita es mínimo.
Aunque por su complexión pueda parecer un perro agresivo o cruel, nada más lejos de la realidad.
El Dogo alemán es el más pacífico de todos los molosos: amigable, sumiso y cariñoso, le gusta la vida en familia y le encantan los niños.
Será fácil de educar si desde el principio recibe amor y un adiestramiento constante.
Es un animal muy fiel.
Se trata de una raza bastante antigua, que fue muy cotizada durante la Edad Media en todas las cortes europeas.
La raza fue mejorada y establecida definitivamente a partir del Dogo de Ulm, criado en la corte de Würtenberg.
También se criaron perros de esta raza en tierras de Dinamarca por lo que es conocido, sobre todo en los países anglosajones, como Gran danés.
Bismark lo nombró "perro del Imperio".
El Dogo alemán es un perro pacífico de inteligencia mediana, olfato moderado y gran pesadez.
Consecuentemente, su única posibilidad es la de perro de compañía, incluso en apartamento.
Pros:
- Bonachón y cariñoso.
- Con amor aprende rápido.
- No necesita hacer demasiado ejercicio
- Aseo mínimo.